miércoles, 25 de noviembre de 2020

Antonio Gómez Villapol una víctima de la pandemia que entristece a la gran familia aeronáutica sevillana.

En estos días se muestra crudamente el terrible contraste que engendra el coronavirus. A causa de la crisis industrial, muchos trabajadores de Airbus están abrazando su pase a la jubilación anticipada mientras que quien compartió sus jornadas de trabajo hasta hace pocos años, el compañero Villapol, ha fallecido con 65 años recién jubilado hace dos meses. Poco tiempo ha disfrutado después de toda una vida sometido a la disciplina laboral, sólo los cuatro años de jubilación parcial. El maldito virus ha truncado la vida de un abuelo, de un padre y de un hijo de la Sevilla Obrera que siempre fue una excelente persona y un eficiente trabajador.

Antonio entró en la Escuela de Aprendices de C.A.S.A. Tablada en 1967 con 12 años y allí se empeñó con tesón y vocación en formarse como un buen chapista. Su gran afición desde niño fue el fútbol siendo uno de los artífices del equipo <Los Bollalatas> que agrupaba a los de su profesión en los Campeonatos entre secciones de la fábrica. Asimismo era titular del CASA, el equipo del Grupo de Empresa al que perteneció durante muchos años y al que nunca abandonó porque siendo más veterano colaboró en los entrenamientos de los más jóvenes. Hoy, algunos de éstos lo recuerdan como un <Míster> cariñoso y buen técnico del balompié.

Encarnó muchas facetas en su trayectoria vital y, entre ellas, quiero resaltar su dignidad como trabajador que siempre luchó por nuestros derechos: Presente en las movilizaciones dentro de la Factoría, comprometido con la sección sindical de CC.OO. de Tablada y participando frecuentemente en las manifestaciones por la ciudad.

La sorpresa por la incredulidad de la noticia y la exclamación de ¡Que pena! es hoy la expresión colectiva en la gran familia de la aeronáutica sevillana porque éramos conscientes de su fuerte naturaleza de deportista y de hombre sano. Se nos va una gran persona y un gran compañero siempre afable con su sonrisa constante y su buen humor, que se hacía querer como a un amigo entrañable por su calidad humana. Ha fallecido cuando felizmente estaba disfrutando de más tiempo libre con su mujer, hijos y nietos. Su deceso cayó como un hachazo cruel que rompe el alma de todos los que lo conocimos y lo recordaremos en multitud de ocasiones en las que coincidimos.

Mis condolencias a la familia. Mi último adiós quiero hacerlo compartiendo fotografías para recordarlo en sus vivencias junto a los demás compañeros.

¡Hasta siempre Villapol!



































 

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