Daniel Lacalle. Análisis
A pesar de
los días transcurridos no quiero dejar de sumarme al recuerdo y reconocimiento
en el adiós del compañero Daniel Lacalle, al que tuve la suerte de conocer y de
haber compartido reuniones y algún que otro café en los que pude constatar la
seriedad, rigor, honestidad y coherencia, constantes que han quedado reflejadas
en sus trabajos y conclusiones sociológicas.
Como dice
Manuel Raya, poco más se puede decir a la síntesis de M.O. sobre la labor de
Daniel Lacalle, ahora bien me gustaría insistir, a riesgo de ser reiterativo,
en lo que creo que fue una constante en sus reflexiones sobre el comportamiento
del movimiento comunista en la evolución de la estructura de la clase obrera y
su papel en la transformación en la sociedad, me refiero a la necesidad de
desarrollar un amplio debate abierto y sin dogmatismo, a partir del cual se
pudieran poner en práctica las potencialidades revolucionarias del marxismo.
Ya en 1983
en el nº121 de la revista “Nuestra Bandera” expresaba como el término
“Eurocomunismo” tendencia de movimientos comunistas de la Europa Occidental,
era una muestra fehaciente de que, como señalaba Eric Hobsbawm, “será de aquí
en adelante imposible pensar en el marxismo puramente en singular” es más en
este mismo artículo hacía referencia a unos trabajos de Sweezy y Mandel para
decir que estos eran algo más que una prueba en contra del dogma del marxismo
único. Ante este reto su respuesta fue analizar si el marxismo posee argumentos
y herramientas metodológicas válidas para resolver toda esta problemática,
concluyendo a su interrogante que sí, señalando que no solo es imposible
apartarlo sino que el marxismo es necesario para un enfoque correcto y
completo.
En este
sentido apuntaba que ha existido (existe) una falta de adaptación entre el
movimiento comunista y la sociedad en la que se vive y se activa, inadaptación
que subyace en las propuestas e interpretaciones que se hacen, sociedad en la
que se hace evidente que ha sufrido, en su estructura social y de clases, una
serie de profundos cambios. Por lo que la emancipación del movimiento comunista
solo se superará adaptando su teoría y su práctica emancipadora a las nuevas
realidades, trascendiendo sus actuales limitaciones para poder impulsar esas transformaciones,
y que de cualquier modo merece comprometerse.
En esta
lógica expresaba que faltó una alternativa de emancipación de la sociedad en la
etapa de la transición a la democracia, quizás a la no determinación de táctica
y estrategia o la necesidad de instrumentalizar a corto plazo toda propuesta
política.
Con lo que
consideraba que la tan cacareada modernización estaba lejos de aparecer,
razonándolo en qué, y parafraseando de nuevo a Eric Hobsbawm, “hay una
diferencia entre una prospera sociedad de consumo en partes de España y la
modernización de la economía española” subrayando como un elemento crucial que
“el sujeto soporte para la transformación, la clase obrera tradicional, está en
franca regresión” debido a la fragmentación y desestructuración del mercado de
trabajo con la consiguiente ruptura de la clase obrera tradicional base
emancipadora marxista.
La
incorporación masiva de la mujer al mercado laboral, de jóvenes ante el
desarrollo de nuevas tecnologías en los procesos de producción, la aplicación
de la Inteligencia Artificial ha supuesto una mayor división en la estructura
profesional de la clase obrera, aumentando el número de los considerados
trabajadores intelectuales.
Por último
otro elemento que sitúa en su propuesta de un amplio y profundo debate es el
entendimiento del marxismo con el ecologismo, para enfrentarse a un aspecto
esencial, el de los límites del crecimiento que plantea el ecologismo, pues las
empresas privadas en condiciones de competencias tienden a incrementar costes
sociales que no contabilizan como gastos empresariales sino que se trasladan y
son soportados por la comunidad y los consumidores, y que según Daniel el alemán
Kaap en 1950 ya lo manifestaba, “Mientras el progreso económico puede haber sido
muy rápido, la sociedad se ve obligada en la actualidad, a pagar en forma de
más altas tasas de costes sociales, la contaminación del aire y del agua, la
reconversión de los suburbios y políticas de reorientación urbana, lo que una
más temprana instrumentación de políticas racionales y una política de
localización pudieran haber evitado.”
Pero
volvamos de nuevo a la estructura de la clase obrera y su capacidad
transformadora, según Daniel para afrontar todo esto era vital el entendimiento
de las llamadas clases populares, la clase obrera y los intelectuales, que
haría necesario unas formas de organización flexibles y los elementos y
objetivos que permitan esta transformación en la sociedad y en esta época en la
que vivimos.
Esta
flexibilidad partiendo del análisis del momento y el contexto concreto le hizo
compaginar con profesionalidad la función de gestión en la empresa y su
militancia sindical y política, desde donde sus formas de entender la
participación fueron determinantes en conciliar desde distintas ópticas de
empresa, técnica, profesional, estratégica con la concurrencia y aporte
sindical, para conformar una alternativa integral de las distintas políticas de
empresa, en unos momentos que, a nadie se les escapa, fueron transcendentales
en la historia moderna de nuestra empresa y el movimiento obrero, el Plan Estratégico
de Viabilidad (PEV)
En dicho
Plan no solo se analizaron y acordaron medidas salariales y sociales para el
conjunto de los trabajadores de la plantilla sino que escudriñamos en las entrañas
mismas de la empresa, concluyendo en un proyecto de futuro, por primera vez
hablamos y escribimos sobre:
-Productos,
estratégicos y de futuro.
-Financiación.
-Personal
y Tecnologías.
-Organización
de la producción, sistemas y medios.
-Reducción
de costos y control de la producción.
-Práctica
sindical, participación.
En una de
sus versiones o actualización escribimos: “El sindicalismo puede y debe, desde
su -contribución como organización de trabajadores, colaborar al avance hacia
la democracia económica y la democracia social, y tiene para ello un marco de
actuación privilegiado el interior de las propias empresas “
Y es que,
aunque ciertamente el capitalismo no existiría sin empresas, igualmente
ocurriría con cualquier otro sistema económico. Cuestión aparte es la propiedad
de las mismas dependiendo del sistema económico, pues siempre serán necesarias
para producir los bienes y servicios que necesitamos.
Una
reflexión sobre el papel de la empresa, su estructura profesional y el papel
que jugaran sus proyectos y el de las fuerzas populares transformadoras de
izquierdas y progresistas en los cambios y transformación de la sociedad.
Gracias
Daniel, por tus contribuciones y reflexiones, estas quedaran para siempre.
José
García García
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