Fundada en Barcelona en 1904 estableció una filial en Francia. Con la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) tuvo gran éxito fabricando motores de aviación para aviones de combate y creció enormemente en prestigio tecnológico y en capital económico.
Durante esa guerra, en 1917, incorporó como logo distintivo la
mascota de La Cigüeña cuando murió en combate Georges Guynemer el héroe de La
Escuadrilla de Las Cigüeñas en el bando aliado.
En Enero de 1920 se inaugura la factoría de Guadalajara donde se
creó una sección independiente dedicada a la producción aeronáutica: La Hispano
Aircraft. Ésta se trasladó a Alicante durante la Guerra Civil (1936 – 1939) y
allí se trabajó en la reparación y montaje de aviones soviéticos. Coincidió con
C.A.S.A. que trabajaba en Reus (Tarragona) y otras localidades catalanas. CASA
había sido trasladada desde Getafe por idénticos motivos y con el mismo plan de
fabricación en apoyo de la República.
La guerra impone la división irreversible de la empresa. En
Barcelona (La Sagrera) y en Alicante los centros productivos estaban
controlados por los trabajadores al servicio de la República. Y, por otra parte
los antiguos propietarios -exiliados en Francia- en contacto con los
franquistas construyen la factoría de San Jacinto en Sevilla, la cual se
inaugura en 1943. Aquí se colocaron varios trabajadores de Guadalajara que eran
profesionales de múltiples oficios dedicados a la industria aeronáutica.
En 1946 el INI (Instituto Nacional de Industria) nacionaliza la
factoría de La Sagrera que pasa a llamarse ENASA y se dedica a fabricar
camiones y automóviles de la marca PEGASO.
(Los datos están tomados de Wikipedia, Guadalajara Diario.es y
algunos vídeos de YouTube. Publico fragmentos de textos de las citadas fuentes
y los vídeos para su visualización).
Hispano-Suiza es una empresa española de automóviles de lujo y
competición, que tuvo también su vertiente en el diseño y fabricación de
motores de aviación, motores de embarcaciones, vehículos de transporte y
bélicos, así como de armas.
La marca fue fundada en Barcelona (España)
en 1904 por los empresarios españoles Damián Mateu,
Francisco Seix Zaya y el ingeniero suizo Marc Birkigt.
La empresa tuvo un gran desarrollo durante la segunda y tercera décadas del
siglo XX. En 1911 había establecido una filial en Francia,
abriendo en 1914 una fábrica en Bois-Colombes que
con el paso del tiempo sobrepasó a la matriz española en cantidad y en posición
en el mercado de su producción, principalmente debido al golpe de Estado de
1936, que dio lugar a casi tres años de guerra civil en
España.
Los activos automovilísticos de la Hispano-Suiza española (la fábrica de
Barcelona y la gama de productos, proyectos y patentes; pero no la empresa como
tal ni la marca Hispano-Suiza) fueron adquiridos por el Instituto Nacional
de Industria (INI) en el año 1946. Tras esta
nacionalización se creó ENASA,
que se dedicó a la fabricación de camiones, autobuses y —durante un corto
periodo— de coches deportivos, bajo la marca Pegaso.
En 1920 se produce la nacionalización de la división de motores
aeronáuticos radicada en Francia por parte del gobierno francés, creando la
Société Française Hispano Suiza, siendo absorbida por Snecma,
filial del grupo francés Safran en
1968.
Se estima que entre los años 1904 y 1946,
Hispano-Suiza produjo más de 12 000 vehículos y hasta 50 000 motores de
aviones.
La Primera Guerra Mundial, motores
aeronáuticos
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y la casa Hispano-Suiza tuvo que
afrontar una etapa decisiva en su desarrollo. Dados los hechos, Birkigt y su
familia se trasladaron de nuevo a Barcelona, regresando otra vez a París
después de la contienda.
1915 marcó un hito en la historia de la marca, ya que en ese año Marc
Birkigt terminó en Barcelona su primer motor de aviación. Los motores
Hispano-Suiza serían de una gran relevancia durante la Gran Guerra
contribuyendo a la victoria aliada. Asimismo estudió el desarrollo de un nuevo
motor que tenía el mismo principio mecánico que el de los coches de
competición, basado en la tecnología de mando directo. Este desarrollo tuvo una
gran importancia en el mundo automovilístico de la época. Pero la fábrica
francesa tuvo que paralizarse durante la guerra y la española sufrió grandes
problemas de abastecimiento, debiendo recurrir al mercado estadounidense. En
España la demanda interna se vio fuertemente multiplicada a causa de los
pedidos del Ministerio de la Guerra, y los dirigentes de Hispano-Suiza se
vieron obligados a triplicar la producción en la factoría de La Sagrera. Estos
motores de Hispano-Suiza de 140 CV fueron montados en los aviones que la SECAS fabricó
para la Aviación Militar española entre 1916 y 1917.
España carecía de suficientes recursos mecánicos como para abastecer a la
aviación de la Gran Guerra. De este modo el gobierno español encargó la
producción de motores de aviación a la fábrica Hispano-Suiza. A los motores de
aviación se les aplicaron los principios del mando directo. Nació así un motor
de 8 cilindros en V con otro nuevo avance, los bloques de aleación de aluminio,
que aligeraron notablemente el peso de los motores pero desarrollando la misma
potencia. Los países aliados presentes en la guerra comprobaron que los motores
diseñados por Hispano-Suiza superaban con facilidad a los motores con los que
contaban inicialmente. En consecuencia, los pedidos empezaron a aumentar, pero
como las fábricas de Hispano-Suiza no tenían la capacidad de fabricación
suficiente para abastecer a todos los países, la firma vendió licencias de sus
motores a varios fabricantes en distintos países como Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Japón, Rusia,
etc.
Se llegaron a fabricar 49.893 motores de avión Hispano-Suiza producidos
directamente por la empresa o bien bajo licencia, que obtuvieron óptimos
resultados en pruebas de resistencia, llegando a soportar las 50 horas de
funcionamiento ininterrumpido. Cabe destacar que, aunque la producción de
automóviles de lujo daba prestigio a la marca, con el tiempo el principal
volumen de negocio lo constituyeron los motores para aviones, en especial en
Francia, aunque sucedió lo mismo en España. Algo similar pasaría más adelante
con Rolls-Royce.
Los éxitos
cosechados por la marca española con sus motores de aviación durante la Primera
Guerra Mundial, provocaron que su capital creciera enormemente, dando como
resultado 6.500.000 pesetas de capital en 1915 y 10.000.000 de pesetas en 1918.
Dada la creciente demanda, se adquirieron más terrenos en La Sagrera y se abrió
una nueva fábrica en 1915 en la localidad de Ripoll para
establecer las secciones auxiliares de la empresa.
Desde ese momento, la Hispano-Suiza lució un nuevo emblema junto
con las banderas de España y Suiza: la cigüeña, en honor a una escuadrilla
francesa de aviación equipada con motores Hispano-Suiza, la cual había
destacado por sus victorias en la guerra con unos cazas que tenían pintada esta
ave en el fuselaje de los aviones. Cuando en 1917 murió en combate uno de los
pilotos más destacados de la aviación aliada, Georges Guynemer, miembro de la citada
escuadrilla de las cigüeñas, Hispano-Suiza adoptó la cigüeña como mascota de la
marca en homenaje al héroe.
La primera aparición de la cigüeña plateada se produjo en el Salón del Automóvil de París de 1919,
sobre el capó del nuevo Hispano-Suiza H6B, una lujosa y
vanguardista berlina y de una sofisticada técnica que montaba los nuevos
motores basados en los de aviación. El vehículo incorporaba además una primicia
mundial: los frenos servoasistidos; muy pronto, otras marcas como Rolls-Royce, Renault o General Motors solicitaron la patente
a Hispano-Suiza, debido a que este era un sistema eficaz para frenar
adecuadamente coches de mucho peso, como las grandes berlinas de lujo.
Mientras tanto, en Barcelona se paralizaba casi totalmente la
producción en 1919 como consecuencia de las fuertes tensiones laborales.
Asimismo, en enero
de 1920, los Reyes de España inauguraron la nueva factoría Hispano en Guadalajara, solicitada por Alfonso XIII a
Damián Mateu para garantizar el suministro de coches, camiones y motores de
aviación para el ejército español. La nueva sociedad se había constituido en
1917 con el nombre de "La Hispano,
S.A. Fábrica de Automóviles y Material de Guerra".
Una sociedad constituida para la fabricación de automóviles y camiones ligeros
para el ejército, motores, material de guerra (ametralladoras y cartuchería) y
aeroplanos. Para la dirección de esta última sección ya se había contratado al
capitán de Ingenieros Eduardo Barrón, quien contaría con el
personal y la maquinaria de la desmantelada Compañía Española de
Construcción de Aeroplanos de Santander (CECASA). Si bien Mateu era su presidente y los diseños eran de
Birkigt, decidieron darle una entidad independiente. Asimismo había militares
formando parte del consejo directivo. En ella se fabricaron unos pocos
automóviles económicos que no incorporaban la bandera de Suiza en el escudo,
como el modelo "Guadalajara", un utilitario tipo 24 de 8/10 CV, pero
sobre todo se construyeron camiones para uso civil y castrense, cañones y
material militar. Durante ese periodo también se produjeron algunos vehículos
acorazados de combate y se creó además una sección independiente destinada a la
construcción aeronáutica, la Hispano Aircraft, que llegó a contar con aeródromo
propio. La nueva fábrica situaría durante dos décadas a Guadalajara entre los
centros fabriles más importantes de Europa dedicados al desarrollo de la
industria aeronáutica y automovilística.
En el campo de la aviación cabe destacar el vuelo del Jesús del Gran Poder en
1929, un avión Breguet 19 impulsado
por un motor Hispano-Suiza de 600 CV, que cruzó el Océano Atlántico desde Sevilla hasta Bahía (Brasil),
y poco después, un aeroplano equipado con un motor diseñado por Marc Birkigt
realizó un vuelo histórico al recorrer sin escalas el trayecto París-Nueva York.
Sería la mayor hazaña de la época.
Prueba del crecimiento
económico experimentado en Europa durante los años 20
son las dos exposiciones celebradas en España en 1929. La primera fue la Exposición
Ibero-Americana de Sevilla, en la que el pabellón de
Hispano-Suiza estaba situado en la Avenida de Portugal, obra del
arquitecto Vicente Traver y
que ocupaba una superficie de 1.500 m². En ese mismo año también se organizó
la Exposición
Internacional de Barcelona, estando ubicado el pabellón de la
firma en la avenida del Mirador frente al Palacio Nacional de
Montjuic.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República
Española, perdiendo la marca uno de sus más importantes
patrocinadores: Alfonso XIII, que marchó al exilio.
Por decreto del nuevo gobierno, la bandera tricolor republicana (rojo-amarillo-violeta)
reemplazó a la bandera monárquica (rojo-gualda-rojo) en el escudo de los
Hispano-Suiza producidos en Barcelona.
El cambio de régimen, afectó desde un principio a la imagen de
Hispano-Suiza, asociada a la aristocracia y la burguesía. Las trabas
burocráticas para la importación de materias primas, supuso una reducción en la
producción y una disminución de las ventas en España. No así en Francia, donde
las ventas y prestigio estaban en su apogeo.
La fábrica de Guadalajara tuvo que venderse a Fiat S.p.A.,
si bien Hispano-Suiza se reservó la sección de aviación hasta su traslado
a Alicante durante
la Guerra Civil.
Con la sublevación militar contra
el gobierno de la Segunda República, en julio de 1936, la CNT se
incautó la compañía. Más adelante el gobierno de la Generalidad de
Cataluña nacionalizó las fábricas catalanas de la marca
mediante un decreto firmado por su presidente Lluis Companys,
legalizando la gestión obrera de los comités de trabajadores.
En Hispano-Suiza irrumpe el comité de trabajadores revolucionarios que
asesinan al administrador, Manuel Lazaleta. Los consejeros de la empresa
consiguen pasar la frontera y se exilian en Francia. Miguel Mateu es
detenido en la frontera de Gerona,
pero gracias a la rápida intervención del cónsul de Francia consigue salvar la
vida y exiliarse. Desde allí, Miguel Mateu planea
abrir una fábrica en Sevilla para
la fabricación y reparación de aeronaves de la aviación del general Francisco
Franco.
La fábrica Hispano-Suiza de Barcelona, en manos de sus trabajadores,
comienza a construir vehículos blindados. La maquinaria de la fábrica de
Guadalajara se trasladó a un taller de Alicante donde
se empleaba para reparar los aviones de fabricación soviética que participaban
en la guerra con el bando gubernamental. En Francia, los dirigentes exiliados
de Hispano-Suiza apoyaron a los militares sublevados y pronto montaron un
taller en Sevilla para la aviación de Franco.
El 1 de abril de 1939, la guerra civil española se da por terminada y Franco entra
oficialmente en Madrid a
bordo de un Hispano-Suiza durante el desfile de la victoria celebrado el 19 de
mayo de 1939.
El gobierno franquista consideró que la máxima eficiencia en la
construcción de camiones solo se conseguiría con una gran empresa nacional
y nacionalizada.
Es por ello que intervino en 1946, después de presionar a sus propietarios para
que accedieran a vender Hispano-Suiza al recién creado Instituto Nacional
de Industria (INI), logrando finalmente sus objetivos.
Se funda así la empresa nacional ENASA,
que adquirió las fábricas y patentes de Hispano-Suiza y que fabricó automóviles
bajo la marca Pegaso.
Hacia 1956 se formaría una pequeña empresa de microcoches basada en unas pocas herramientas y maquinaria que no fue vendida a ENASA,
llamada Fábrica Hispano.
Hispano Aviación fue una antigua fábrica española de aviones de combate ubicada en el barrio de Triana, Sevilla.
La empresa (Hispano Aviación S.A.) desarrolló su actividad de 1943 a 1972.
La Hispano Suiza se dividió durante la Guerra Civil:
La sección de aeronáutica permaneció en manos de los antiguos dueños y se
mantuvo funcionando hasta la Guerra Civil.
Durante esta el Comité de Trabajadores se hizo con el control de la
Hispano-Suiza y trasladó la producción de aviones a Alicante donde se montaron y repararon los Polikárpov del ejército republicano.
Mientras tanto, los antiguos propietarios de la fábrica, exiliados en Francia,
crean un taller en Sevilla para la reparación de los aviones de los sublevados.
Tras la guerra civil, en 1943, es parcialmente nacionalizada y da lugar a
"La Hispano Aviación" que echa a andar en Sevilla con antiguo
personal de Guadalajara.
Hispano Suiza siempre ha estado identificada por un escudo con una rueda alada, inspirado directamente en la importante actividad aeronáutica que ha tenido la marca a lo largo de su historia. Pero su elegante e inconfundible emblema, representado por la escultura de una cigüeña plateada en pleno vuelo, también tiene su origen en la aviación militar.
En
su caso, era el distintivo que decoraba el avión del piloto francés Georges
Guynemer, famoso jefe de una escuadrilla de caza en
la Primera Guerra Mundial que equipaba los prestigiosos motores Hispano-Suiza
en sus aparatos de combate. Y en su honor, tras desaparecer en la batalla, la
marca adoptó la figura de tan elegante ave para decorar el frontal de
sus prestigiosos coches.
Una potencia económica para Guadalajara
-¿Qué supuso la Hispano para
Guadalajara?
-Hasta ese momento no había industria.
Había un poso con la Aerostación Militar desde 1896 y la Maestranza de
Ingenieros, donde hay una serie de profesionales valiosos en torno, forja,
ajuste o fundición, que se incorporan a las cadenas de montaje de La Hispano.
El que esté la Aerostación en Guadalajara permite que la división aeronáutica
de La Hispano cuente con trabajadores y los ingenieros de la Academia, que
estaban revolucionando con sus avances la conquista del espacio aéreo.
-¿A cuántos trabajadores llegó a incorporar
La Hispano en Guadalajara?
-Un par de miles. Para una ciudad con
15.000 o 16.000 habitantes, La Hispano fue toda una potencia económica,
porque además había muchas empresas auxiliares que trabajaban para ella.
-Con lo cual su desaparición supuso el
declive industrial de la ciudad.
-Fue el caos absoluto. Termina la Guerra
Civil, todo el mundo espera que la fábrica se ponga en marcha, pero
el gobierno franquista en 1943 decide que toda esa riqueza se desarrolle en
Sevilla. Guadalajara se queda totalmente perpleja. No vuelve tampoco la
Academia de Ingenieros, que era otra de las expectativas, y la crisis dura
hasta que se declara Polígono de Descongestión de Madrid y en 1960 empieza el
polígono del Henares.
“El Caudillo a Guadalajara no va a ir nunca porque allí de cada cinco cuatro
son rojos y uno dudoso; luego no esperéis nada”.
-A Sevilla se llevan lo que queda.
-Se llevan la fábrica de aviones, que es lo
único que quedaba, y los obreros especializados. De hecho, gran parte de los
obreros de Guadalajara emigran a Sevilla para buscar el sustento de sus
familias.
-¿Hubo algún intento de recuperar la
actividad?
-Nada más acabar la guerra, los
propietarios de La Hispano tenían la idea de seguir y de hecho Aurelio Botella
hace un proyecto arquitectónico de recuperación de las instalaciones. Pero en
ese itineri viene el parque de Automovilismo donde se van a arreglar los
vehículos deteriorados en la guerra, un pequeño taller de Renfe para arreglar
vagones, pero La Hispano, la gran industria de la ciudad, se va a Sevilla.
-¿Fue una decisión política, tal vez para
castigar a Guadalajara, por su posición en la guerra?
-Ya sabes que cuando la Comisión Gestora
municipal, una vez acabada la Guerra, va a Alcalá de Henares a reunirse con los
militares que han pasado por la Academia de Ingenieros y les preguntan qué
cuándo va a venir el Caudillo [Franco] a Guadalajara, el general García Pruneda
responde: “El Caudillo a Guadalajara no va a ir nunca porque allí de cada
cinco cuatro son rojos y uno dudoso; luego no esperéis nada”. Y así cayó
la noche sobre Guadalajara hasta prácticamente los años setenta en que la
ciudad empieza despertar.
(Información de Guadalajara Diario.es)