La noticia de su muerte causó un gran impacto en
todo el ámbito social de las personas que son y han sido componentes de la
industria aeronáutica en Sevilla. Era muy conocido por su prolongada
trayectoria en la empresa CASA - AIRBUS, por ello, cuando el 7 de diciembre en
las redes sociales aparece la triste noticia nadie daba crédito ya que se le
consideraba un deportista que diariamente cuidaba de su salud. Pero un infarto
fulminante acabó con su vida a los 72 años de edad. Solo dos años antes, en
2019 con 70 ya cumplidos, se jubiló después de llevar 56 años en la Factoría de
Tablada. Entró con 14 años en 1963 en la Escuela de Aprendices y a los 3 años
pasó a la fábrica trabajando de tornero. Pertenecía a la 19 Promoción de
Aprendizaje Industrial en C.A.S.A. el curso que más veces han celebrado
encuentros de confraternización durante varias décadas. Robledo era uno de los
cuatro organizadores de estos encuentros. Hombre inquieto y muy activo,
profesionalmente supo adaptarse a los cambios tecnológicos y se incorporó a la
programación de las máquinas de control numérico y posteriormente a las tareas
de ingeniería e industrialización. El día 12 de diciembre de 2013 fue
distinguido por sus 50 años en la empresa, cumplía medio siglo entre aviones y
su dedicación había trascendido de los productos propios de CASA a las
aeronaves de la multinacional AIRBUS.
Una de las facetas que encarnaba con mucho orgullo
era la de futbolista del CASA y por este vínculo participaba frecuentemente en
las actividades del Grupo de Empresa desde los años 70. Le apodaban “Cruyff”
por su parecido con el famoso futbolista del Barça.
En sus
periodos de descanso y sobre todo en los veranos era habitual verlo andando por
las calles y la playa de Chipiona dónde tenía su segunda residencia.
Era tan profunda su relación personal con la gente
de la aeronáutica que en los dos últimos años de su vida estuvo colaborando con
la Junta Directiva de la Asociación de Jubilados de Sevilla. Respecto a dicha
relación es comprensible que nunca tuviera ganas de jubilarse pues siempre
decía que en la Factoría de Tablada estaba mejor que en su propia casa.
En las decenas y decenas de condolencias se ha
destacado lo buena persona y buen amigo que era, su carácter afable y jovial,
su alegría, vitalidad y su eterna sonrisa. Cuesta trabajo creer que ya no
volveremos a verlo caminando por Sevilla, la ciudad que le apasionaba desde
niño y que defendía con vehemencia en las tertulias.
Entre las personas significativas en la
historia de la Factoría de Tablada será inolvidable mencionar al compañero Pepe
Robledo. Descanse en paz.